Petardos. Así afectan a la vista

Vista Sánchez Trancón.

Los petardos pueden causar accidentes de notable consideración, pero son especialmente peligrosos en el caso de los ojos.

Se acerca la última noche del año. Para muchas personas la celebración en estas fechas pasa por amenizar la velada con el uso de pirotecnia. Lanzar petardos y fuegos artificiales es una práctica frecuente, que en los últimos años dependiendo de las ordenanzas municipales de cada localidad, puede llevar equiparada una considerable sanción económica si se hace sin permiso.

Pero más allá de las consecuencias que tengan para el bolsillo, hay otras más preocupantes que tienen que ver con el riesgo que representan para la salud, como quemaduras o daños en las manos. Un riesgo que se intensifica cuando hablamos de los ojos.

La utilización de pirotecnia puede deteriorar el globo ocular, provocando daños permanentes e incluso, en algunos casos, ceguera.

Los accidentes oculares más frecuentes por la utilización de petardos son: quemaduras en la córnea y traumatismo ocular causado por el impacto de fragmentos incandescentes, que pueden alcanzar el ojo al ser manipulados de forma incorrecta.

¿Cómo actuar en caso de accidente?

  1. En primer lugar, mantener la calma tanto como sea posible.
  2. Evitar frotarse los ojos ya que podría empeorar la situación.
  3. Ante una herida abierta, presionar con delicadeza con una compresa suave para contener la hemorragia y acudir inmediatamente al servicio oftalmológico de urgencia.
  4. Ante una lesión leve, con restos de ceniza o fragmentos, lavar con suero fisiológico y acudir al especialista.
  5. Si la lesión es grave, mejor no tocar el ojo y acudir inmediatamente a urgencias.

Un uso adecuado de pirotecnia, siempre que esté permitido, consiste en seguir las recomendaciones del fabricante y utilizar gafas de protección. Y por supuesto elegir bien el lugar, garantizando la buena convivencia de todos, poniendo especial atención a los grupos de personas más vulnerables ante estas situaciones, como personas mayores y niños con autismo. Además, también las mascotas sufren con los ruidos, especialmente los perros.